EL PIRATA MÁS FAMOSO DE CHILOÉ

Por Fernando Lizama Murphy

¡Oh mi Jesús amoroso! / ¡Oh mi Dios, Padre Divino! / Por esta cruz en tus hombros / por este amargo camino / Dadme luz y entendimiento / a esta torpe pluma y lirio / para relatar a ustedes / el caso más peregrino / del señor Pedro Ñancúpel / que en Melinka fue cautivo.

Fragmento de poema anónimo dedicado a Pedro Ñancúpel
Retrato hablado de Pedro Ñancúpel.

Quizás sea el aislamiento, tal vez la imaginación desbordada por la soledad o algo de su comida típica, vaya uno a saber, lo que hace de Chiloé una zona prolífica en mitos y leyendas. Algunas tienen bases reales que inspiran a los chilotes para crear o adaptar personajes o fábulas que, a través de los siglos, han ido enriqueciendo el enorme imaginario popular.

Por eso muchas veces, cuando alguien se propone escribir sobre acontecimientos acaecidos años ha en el archipiélago, le cuesta separar la paja del trigo, el mito de la realidad.

Es lo que pasa cuando se busca información sobre los piratas que asolaron las islas en la segunda mitad del siglo XIX. Algunos comentaristas los ven como delincuentes sanguinarios y otros como redentores dispuestos a terminar con los abusos de los poderosos.

En esta crónica intentaremos separar las aguas entre el mito y la realidad. Claro que las turbulentas aguas de los canales del sur no facilitan la tarea.

La Isla de Chiloé fue uno de los últimos baluartes de los españoles en Sudamérica y cuando los patriotas chilenos lograron su captura, en 1826, muchos chilotes no estuvieron de acuerdo en adherir a la nueva patria. Una importante cantidad de residentes querían continuar ligados a la corona española, sobre todo porque el gobierno de Chile, después de expulsar a los ibéricos, los dejó en la más completa orfandad, una parte por desidia y también por carecer de los elementos y los recursos económicos para colonizarla adecuadamente. Aunque sin duda la causa principal fue porque la naciente república tenía más al norte otros conflictos muy urgentes que resolver. Aparte de enviar un pequeño contingente militar, un puñado de policías y algunos funcionarios públicos y judiciales, no hubo más. Chiloé podía esperar.

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JAMES PORTER, EL BANDIDO ENAMORADO

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Muchos habitantes de la ciudad de Valdivia creen que esta historia es una leyenda. La conocen trasmitida de boca en boca por los campos y en la ciudad desde hace ya varias generaciones. Pero gran parte de ella es verdad. En dicha leyenda, que el eco del tiempo trae hasta nuestros días, los personajes no tienen nombre y solo se conocen como: Los Doce Evadidos de Tasmania.

His Majesty's Jail, Hobart Town
His Majesty’s Jail, Hobart Town. Henry Melville, 1834.

Esto es parte de lo que nos cuenta la historia.

El sistema carcelario de los ingleses en su isla estaba colapsado. La solución: convertir a Australia en una gigantesca prisión. Entre 1788 y 1868 la isla/continente sirvió de cárcel, se calcula, a unos ciento ochenta mil reclusos de distinta procedencia y por diferentes crímenes. Para resarcir a la corona de los gastos ocasionados por su permanencia, los presos eran obligados a trabajos forzados.

La vecina Tasmania, cuyos aborígenes fueron exterminados por los británicos, que incluso usaron sus pieles para la confección de bolsos y carteras, estaba separada de Australia por el Estrecho de Bass, y a medida que la gran isla se fue poblando con nuevos colonos, la pequeña vecina se convirtió en uno de los más activos centros de reclusión.Hobart, su actual capital, fue la primera cárcel que se construyó en el lugar, o mejor dicho, el sitio en el que vivían los carceleros. Al principio, y por un tema de economía, a los reclusos los hacían vivir en naves viejas, desarboladas. Seguir leyendo «JAMES PORTER, EL BANDIDO ENAMORADO»