LA OPERACIÓN DULCINEA

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Operación Dulcinea_portada Paris MatchCasi simultáneamente con la navegación a vapor, hicieron su aparición los grandes transatlánticos o paquebotes para el transporte de pasajeros, que competían entre ellos para ofrecer lujos y comodidades a viajeros de las más diversas condiciones económicas. A comienzos del siglo XX fueron el Titanic o el Lusitania, y hacia mediados de la misma centuria varias empresas navieras de distintos países atravesaban los siete mares en estas grandes naves, precursoras de los actuales cruceros. Los ingleses tenían al Queen Mary y al Queen Elizabeth; los estadounidenses el United States, los italianos al Donizetti, el Verdi y el Rossini y los portugueses el Vera Cruz y el Santa María. A comienzos de 1961 esta última nave fue la protagonista de uno de los hechos más curiosos, por llamarlo de alguna manera, de los que fue sido testigo el mundo en el pasado siglo.

Para entender el contexto, contaremos que entre 1932 y 1968 gobernó Portugal el dictador António de Oliveira Salazar, que comenzó dirigiendo al país con un gran apoyo popular, y que en los últimos años se había empeñado en una guerra para defender las colonias que su país mantenía en Asia y África. Esta guerra significaba para el pequeño país un gasto que cada vez se hacía más difícil de soportar, empobreciéndolo, mientras sus vecinos de Europa crecían a pasos de gigante después de la Segunda Guerra Mundial. Su impopularidad se acrecentaba como consecuencia del reclutamiento obligatorio de jóvenes para que luchasen en esa guerra, para muchos sin sentido. Poco a poco el gobierno de Oliveira se fue quedando sin apoyo, tanto interno como externo, y hubo muchos intentos para derrocarlo, entre ellos uno dirigido por el general Humberto Delgado, que fracasó. Esto lo obligó a huir y a refugiarse en Brasil, desde donde continuó conspirando en contra del dictador. Seguir leyendo «LA OPERACIÓN DULCINEA»

JAMES PORTER, EL BANDIDO ENAMORADO

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Muchos habitantes de la ciudad de Valdivia creen que esta historia es una leyenda. La conocen trasmitida de boca en boca por los campos y en la ciudad desde hace ya varias generaciones. Pero gran parte de ella es verdad. En dicha leyenda, que el eco del tiempo trae hasta nuestros días, los personajes no tienen nombre y solo se conocen como: Los Doce Evadidos de Tasmania.

His Majesty's Jail, Hobart Town
His Majesty’s Jail, Hobart Town. Henry Melville, 1834.

Esto es parte de lo que nos cuenta la historia.

El sistema carcelario de los ingleses en su isla estaba colapsado. La solución: convertir a Australia en una gigantesca prisión. Entre 1788 y 1868 la isla/continente sirvió de cárcel, se calcula, a unos ciento ochenta mil reclusos de distinta procedencia y por diferentes crímenes. Para resarcir a la corona de los gastos ocasionados por su permanencia, los presos eran obligados a trabajos forzados.

La vecina Tasmania, cuyos aborígenes fueron exterminados por los británicos, que incluso usaron sus pieles para la confección de bolsos y carteras, estaba separada de Australia por el Estrecho de Bass, y a medida que la gran isla se fue poblando con nuevos colonos, la pequeña vecina se convirtió en uno de los más activos centros de reclusión.Hobart, su actual capital, fue la primera cárcel que se construyó en el lugar, o mejor dicho, el sitio en el que vivían los carceleros. Al principio, y por un tema de economía, a los reclusos los hacían vivir en naves viejas, desarboladas. Seguir leyendo «JAMES PORTER, EL BANDIDO ENAMORADO»

CABALLEROS DE LA GUERRA

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

La tregua de Navidad
Un soldado británico y uno alemán comparten un cigarrillo durante la llamada «tregua de las trincheras», en la Navidad de 1914.

La guerra es la máxima expresión de la capacidad destructiva del hombre contra sí mismo. Algunos estudiosos han logrado determinar que, desde que existe la historia, prácticamente en ningún momento el mundo ha estado libre de un conflicto bélico. Desde siempre, en algún lugar del planeta, alguien combate contra otro.

Como las guerras se ganan destruyendo al enemigo, pese a todos los tratados y reglamentos que los países se han comprometido a respetar, casi siempre terminan en una carnicería en la que el respeto por el otro o por los más débiles, como niños y ancianos, desaparece por completo. Pero han existido excepciones y algunos soldados han dado muestras de hidalguía. Y así como la historia registra las tragedias, también deja constancia de estos actos excepcionales.

Uno de estos hechos se produjo después del 21 de mayo de 1879. Durante el Combate Naval de Iquique, el comandante de la Esmeralda, Arturo Prat Chacón, tuvo claro que no tenía ninguna posibilidad frente al Huáscar, comandado por Miguel Grau Seminario. En semejante situación, cuando vio a la nave enemiga dispuesta a embestirlo con su espolón de proa, decidió que lo mejor era actuar como lo hacían los piratas: abordando la nave enemiga. Así, aprovechó el choque del primer espolonazo para saltar, llamando a sus marinos a seguirlo. Pero en el fragor del combate sólo lo escucho el sargento Juan de Dios Aldea y ambos aparecieron en la cubierta del Huáscar, donde los fusileros  peruanos les dieron muerte. Sus cuerpos quedaron en la nave enemiga.Pero después del combate, el caballeroso comandante del Huáscar, don Miguel Grau, no pudo dejar de reconocer las virtudes de su enemigo y le envió una carta a su viuda, que se ha convertido en una lección de hidalguía:

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LA FRAGATA AMAZONAS, PRIMER BARCO LATINOAMERICANO EN DAR LA VUELTA AL MUNDO

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Fragata AmazonasPara los países sudamericanos, recién independizados se hizo imprescindible contar con barcos de guerra que les permitieran conservar la libertad conseguida con tanto esfuerzo. Los españoles no se resignaban a la pérdida de sus colonias y los ingleses y norteamericanos buscaban enclaves desde donde continuar su expansión por el mundo. A esto tenemos que sumar las poco claras fronteras que quedaron establecidas después de la partida de los ibéricos, que dejaron latentes muchos conflictos, obligando a que cada república se armara para defenderse de sus vecinos  y asegurar los territorios que consideraban como propios.

Además, desde la invención de las calderas a vapor las embarcaciones a vela caían en la obsolescencia, lo que obligó a los gobiernos de los nacientes países a modernizar sus flotas para mantenerlas a la altura de las nuevas tecnologías y enfrentar con esperanzas de éxito a eventuales enemigos. Seguir leyendo «LA FRAGATA AMAZONAS, PRIMER BARCO LATINOAMERICANO EN DAR LA VUELTA AL MUNDO»

LOS CHANGOS, FANTASMAS DEL DESIERTO

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

ChangosPara comenzar, debemos aclarar que, al parecer, los changos ―aborígenes nómades que habitaron la zona costera del sur del Perú y del norte de Chile― nunca constituyeron una etnia, ni una cultura. Reciben esta denominación la mayoría de los individuos que, en forma de grupúsculos y por lo menos desde el año 8.000 AC, poblaron la franja costera del desierto de Atacama. Es decir, uno de los territorios más inhóspito de nuestro planeta. Lo que los unía, y que al mismo tiempo los separaba, era la necesidad de agua dulce, elemento muy escaso en la zona, que, según los rastros encontrados, abarcaba desde lo que hoy es Camaná, en la costa de Arequipa, hasta el río Elqui. Algunos investigadores aseguran que dejaron huellas hasta mucho más al sur, en la desembocadura del Aconcagua.

Eran individuos de baja estatura y se estima que sus expectativas de vida llegaban a los treinta y cinco años. La falta de agua los obligó a organizarse en grupos, casi siempre familiares, que rara vez superaban las treinta personas, capacidad máxima estimada para la supervivencia cerca de los pozos de los que se abastecían. Por esa misma necesidad, con frecuencia residieron en las cercanías de la boca de los ríos, algunos de los cuales ―como el Loa― desaparecen bajo el desierto para reaparecer en la costa convertidos en pequeños esteros. Cuando el agua escaseaba, bebían la sangre de lobos marinos o la grasa de las ballenas que ocasionalmente varaban en la costa, la que derretían al sol. Con grasa también recubrían sus cuerpos y hasta el cabello, por lo que su aspecto externo y su olor resultaba repelente para quienes tenían contacto con ellos por primera vez, de lo que deja constancia Fray Reginaldo de Lizárraga en su libro Descripción Colonial (Volumen I – Lima 1545-1615).  Seguir leyendo «LOS CHANGOS, FANTASMAS DEL DESIERTO»