Cuento de Fernando Lizama-Murphy
Pudo ser mi manía por el orden o el aburrimiento por la espera lo que me llevó a enderezar ese cuadro que estaba inclinado en la casa de mi tía Eufemia. Ella me había pedido que la acompañara al médico y mientras la aguardaba, no se me ocurrió nada mejor que tomar el cuadro para dejarlo completamente horizontal. Fue en ese momento cuando sentí la picadura en el dedo índice. Retiré mi mano y vi una araña viuda negra buscar refugio detrás de la pintura. No sé si interrumpí su sueño o su coito, pero que reaccionó con violencia, de eso no hay dudas.
Al principio, no le di mucha importancia, pero pronto un calambre comenzó a recorrer mi cuerpo y mi miembro viril, sin que yo hiciese nada para ello, se erectó hasta llegar al tamaño que me hubiera gustado tener la tarde en que salí chueco con la rubia del banco. Seguir leyendo «LA MALDICIÓN DE LA VIUDA NEGRA»