Necesité amedrentar a Victoria, amenazarla de muerte para que me lo contara todo y se resistió hasta cuando el puñal comenzaba a penetrar en sus carnes. Cuando finalmente accedió, me obligó a jurar que no se lo contaría jamás a nadie. Menos a ti.
Así supe que aquella a la que siempre consideraste tu madre, no era tal.
Supe que naciste en un burdel de mala muerte en la calle 10 Oriente, en Talca; que tu auténtica madre era una puta a la que en un allanamiento en busca de drogas, la policía encontró postrada en un camastro inmundo, llena de pústulas y laceraciones y a ti, una guagua, llorando de hambre y frío en una caja de cartón. Supe que a esa pobre mujer la trasladaron al hospital, donde se le perdió el rastro y que a ti, una de las policías que participaba en la operación te llevo con ella, pensando en regresarte con tu madre cuando recuperara la salud. Seguir leyendo «SUPE»