PICAPIEDRA

Houses are swept by a tsunami in Natori City in northeastern Japan

─¿Tsunami? ¡Leseras, mijita! Antes se llamaban maremotos y nunca pasó nada aquí. ¿No ve que estamos protegidos por la Piedra de la Iglesia? Ni siquiera para el terremoto del 85, que fue tan re fuerte, llegó el agua.

─Es que parece que el de esta noche fue mucho más fuerte que el del 85, tía María. Las autoridades andan con altavoces ordenando la evacuación.

─El mar es mi amigo, mijita. Jamás hará nada que me perjudique. Seguir leyendo «PICAPIEDRA»

ERIC DE BISSCHOP – EL NAVEGANTE AUDAZ

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Crónica de Fernando Lizama-Murphy

La primera noticia que tuve sobre Eric de Bisschop surgió de una conversación con mi amigo Felipe Blanco, sobrino de don Horacio Blanco Baeza, uno de los más entusiastas colaboradores que tuvo el marino francés en Constitución para poder concretar la aventura que le costó la vida.

Porque Eric de Bisshop ─que cruzó el mundo varias veces navegando en embarcaciones frágiles y que terminó sus días al encallar la Tahiti Nui II (o la III, no lo sabemos muy bien) en los arrecifes de Rakahanga, al norte de las islas Cook─ nunca aprendió a nadar. Seguir leyendo «ERIC DE BISSCHOP – EL NAVEGANTE AUDAZ»

LA VERDAD DE LAS MENTIRAS

evangélicos

Cuento de Fernando Lizama-Murphy

Recién viudo, deambulas cargando la mochila de la tristeza, arrastrando el carro de la soledad. Pero no te importa. Hoy prefieres eso al bullicio de los nietos, a la algarabía de los amigos. Cuarenta y ocho años junto a ella no son fáciles de olvidar y necesitas, con urgencia, un bastón en el que apoyar tu desazón.

Te aparece en el camino, asumiendo la forma de un templo abierto. Lees en su fachada: “Salón del Reino de la Gratitud Divina”. Piensas que Dios lo ha puesto ahí, entras temeroso en una gran sala solitaria, alba, refulgente y te sientas en la punta del escaño de la última fila. Crees que pasando desapercibido, estarás en contacto más directo con Él y quizás hasta puedas conversar con tu vieja, a la que tanto añoras. Pero la tranquilidad dura poco, porque pronto percibes a tus espaldas una sombra que, por sobre el hombro, te entrega un ejemplar de El Libro Sagrado. “Aquí encontrarás la respuesta a tus aflicciones” dice, y desaparece. Seguir leyendo «LA VERDAD DE LAS MENTIRAS»

LA BICICLETA DE LA SEÑORITA MIMÍ

1franciaCuento de Fernando Lizama-Murphy

Y ves el rostro congestionado de don Clemente asomándose por la puerta de su oficina que pregunta ¡Mimí, dónde están las declaraciones juradas? ¿De qué declaraciones juradas me habla, don Clemente? ¡Cómo que de qué declaraciones le hablo, de las que hay que adjuntar a la propuesta que se abre hoy a las doce! Nunca me pidió esas declaraciones don Clemente… ¡Verdad que yo mismo las encargué cuándo fui a firmar las escrituras! –se recrimina en voz alta don Clemente, llevándose la mano a la cabeza– Llame de inmediato a la secretaria de la Notaría Sandoval y envíe a alguien a buscarlas. ¡Urgente! Mire que ya van a ser las once y la propuesta se abre a las doce y son los únicos documentos que faltan. Si no ganamos esta propuesta, mejor nos vamos todos para la casa, Mimí. Seguir leyendo «LA BICICLETA DE LA SEÑORITA MIMÍ»

FRANCISCO MALDONADO DA SILVA, MÁRTIR MARRANO

judiosCrónica de Fernando Lizama-Murphy

Francisco, el primer médico titulado que ejerció en Chile, confió su secreto a Isabel, su hermana. Ella al límite de la desesperación, se lo confió a su hermana Felipa, monja, que no dudó en transmitirlo a su confesor. El confesor, rompiendo su juramento, corrió a contárselo al obispo y éste a los agentes del Santo Oficio.

En enero de 1639, en Lima se consumó el mayor auto de fe que la Inquisición llevó a cabo en América del Sur. Uno de los relajados en la hoguera fue el médico de sangre judía, Francisco Maldonado da Silva, que antes de morir, pasó doce años de su vida en las tenebrosas mazmorras de este ignominioso brazo de la Iglesia Católica. Seguir leyendo «FRANCISCO MALDONADO DA SILVA, MÁRTIR MARRANO»

DIECIOCHO EN LAS RAMADAS

Cuento de Fernando Lizama-Murphy

La llama resplandecía en el brasero. Sentados en sendos pisos, el hombre le hablaba a la anciana:

―Me ijo que no iba a golver más, misiá Charito.

―¿Y por qué Serapio, que hizo agora este niño?

―¡Es que se mandó una muy re grande, misiá Charito! Éjeme que le cuente.

―Ígame no más, Serapio, soy too oídos. Además, que con el Norberto ya estoy curá despanto, fíjese. Seguir leyendo «DIECIOCHO EN LAS RAMADAS»

LA VIDA DEL OBISPO EN UN PARTIDO DE CHUECA

la chuecaCrónica de Fernando Lizama-Murphy

Un episodio Olvidado de la Guerra de Arauco

Hablando con franqueza, debo hacer presente que las autoridades españolas creyeron ver siempre en el juego de la chueca el enemigo mas poderoso de la dominación araucana; i no dejaban de tener razón, pues mediante ella los indios se hacían fuertes guerreros e indomables por su valor, ligereza i resistencia en el ataque.Si bien es cierto que este juego se presta a desórdenes e incorrecciones de toda especie, no es menos cierto que levanta el espíritu, templa los nervios i forma hombres de arrojo i de carácter firme, haciendo gozar al cuerpo de todos los beneficios que la ciencia exije para robustecer los organismos débiles.

Manuel Manquilef (Comentarios del Pueblo Araucano-1911)

 La guerra es la manifestación extrema de la inagotable capacidad de autodestrucción del hombre. En ella se evidencia toda la bestialidad del género humano. Pero también entrega algunas lecciones, que casi nunca aprendemos, e historias que no quedan registradas en las síntesis que se difunden en los libros, pero sí en los recuerdos de cronistas, o de quienes las vivieron, o de sus descendientes. Seguir leyendo «LA VIDA DEL OBISPO EN UN PARTIDO DE CHUECA»

GASPAR YANGA, EL ESPARTACO DE MÉXICO

Gaspar YangaCrónica de Fernando Lizama-Murphy

Los primeros años del colonialismo español en América causaron una debacle en la población aborigen. Entre las pestes, las batallas y la explotación diezmaron de tal manera a los indios que los terratenientes no tenían mano de obra barata suficiente para trabajar sus encomiendas. Esto los obligó a importar esclavos africanos, sobre todo porque eran inmunes a las enfermedades europeas.

Los esclavistas portugueses, denominados rendeiros, autorizados por la Casa de Contratación de Sevilla, que ganaban una comisión para la corona por cada esclavo, capturaban a los negros y los vendían en los países en los que eran necesarios. Seguir leyendo «GASPAR YANGA, EL ESPARTACO DE MÉXICO»