CALFUCURÁ, EL NAPOLEÓN DE LA PAMPA

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Cacique Juan KalfükuraMaestro, explíqueme usted qué es la famosa Civilización que nos tiene que barrer de estas pampas por la angurria de unos pocos hombres que se van repartiendo en tajadas grandotas lo que nos van quitando a nosotros. Pero explíqueme también todas las muertes y todos los atropellos y piense que les están dejando a sus hijos una patria equivocada, empantanada en la injusticia y la mentira. Todos nosotros somos parientes, y vivimos en amistad sobre la misma ancha tierra, pero el huinca tiene la idea errada de que sólo él tiene derecho a vivir en ella. Por ignorancia o por pura mezquindad, está tratando de matar el alma de esta tierra, plantando aquí un mundo ajeno donde caben pocos. Quien sabe algún día vendrán las lluvias y nuestras desgracias retoñarán en algo que sea bueno para nuestros hijos.

Carta de Juan Calfucurá al maestro Francisco Larguía, profesor de uno de sus hijos.


La convivencia entre los mapuches y las tribus que habitaban el lado oriental de la Cordillera de Los Andes nunca fue fácil. Tal vez los del lado occidental eran muy agresivos o quizás cuando cruzaban el macizo andino no se sentían bien acogidos por los pampinos. Las mutuas traiciones y las matanzas eran frecuentes.

Pero, al parecer, la fuerza de los mapuches resultó incontrarrestable para los del lado que hoy llamamos Argentina porque éstos terminaron aceptando, entre muchos otros usos y costumbres, el mapudungun como su lengua, desplazando el uso de las propias.

Durante la guerra contra el dominio español, los habitantes del sur de lo que hoy es Chile se hicieron famosos por su resistencia al invasor. Los del lado del Atlántico fueron más complacientes y más proclives a buscar acuerdos para mantener la armonía. Tenían la ventaja de disponer de un vasto territorio que, aunque no fuera muy rico en vegetación, por eso lo llamaban desierto, tenía agua de muchos ríos, que a su paso dejaban pastizales que les permitían mantener sus animales. Además poseía sectores boscosos desde donde se abastecían de caza. Ellos, en su candidez, pensaban que había suficiente para todos.
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MUERTE EN PANAMÁ: UN CANAL DE SANGRE (Continuación)

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Las obras se iniciaron el 1 de enero de 1882 con una fuerza laboral, casi toda importada, de 22.000 obreros. Muy pronto el clima tórrido comenzó a pasarles la cuenta. Se estima que en total trabajaron unas 75.000 personas, de las cuales, por accidentes, malaria, fiebre amarilla, mordeduras de serpientes y otras enfermedades tropicales, perdieron la vida unos 30.000.


Construcción del Canal de PanamáEl Intento Francés

Tal como vimos, la idea de construir un canal en Centroamérica surgió casi al mismo tiempo en que Balboa cruzó el istmo, pero diversos problemas lo impidieron. A comienzos del siglo XIX Humboldt retomó el tema y en 1819 el gobierno español, que luchaba por mantener la hegemonía en sus posesiones de ultramar, autorizó la creación de una empresa para construirlo. Pero la burocracia y las guerras provocaron un nuevo traspié. Después, los nuevos gobiernos de las emancipadas colonias desarrollaron proyectos paralelos. Además de la idea de Panamá, hubo otra para construirlo por Nicaragua (que se ha retomado últimamente) y una tercera por el istmo de Tehuantepec, en México. Pero al final triunfó la opción panameña.

En 1869, los franceses, dirigidos por Ferdinand Lesseps, quién, curiosamente no era ingeniero, habían concluido con éxito la construcción del Canal de Suez y vieron en el de Panamá un proyecto de fácil ejecución. En 1876 crearon la empresa Société Internationale du Canal Interocéanique y Lesseps se puso en campaña para reunir los US$ 400 millones en los que se evaluó inicialmente el proyecto, presupuesto que diferentes estudios de ingeniería fueron disminuyendo hasta quedar en US$ 120 millones, y en ocho años el período de ejecución. Dos años después de presentado, el parlamento colombiano dio el vamos a los franceses. Seguir leyendo «MUERTE EN PANAMÁ: UN CANAL DE SANGRE (Continuación)»

MUERTE EN PANAMÁ: UN CANAL DE SANGRE

Construcción del Canal de Panamá.Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Varias veces ha sido postergada la inauguración de la ampliación del Canal de Panamá. Ahora se ha fijado como fecha definitiva el mes de junio de 2016, con un año y medio de retraso respecto del presupuesto original, presupuesto que tampoco se cumplió en su parte monetaria. Los 5.250 millones de dólares considerados inicialmente se transformaron en más de 8.500.

Claro que esta reestructuración permitirá un fuerte incremento en los ingresos panameños, ya que se aumenta el ancho del canal de 33,5 a 55 m, y su profundidad de 12,8 a 18,3 m, lo que permitirá que naveguen buques llamados Post-Panamax, que podrán medir hasta 49 m de eslora, 366 de manga y 15 de calado. Pero en verdad esta son las cifras buenas de esta historia, y tal vez poco relevantes frente al alto costo en vidas humanas que ha tenido el esfuerzo por unir el océano Atlántico con el Pacífico.

Todo comenzó poco después de que Vasco Núñez de Balboa, en 1514, lograra, con muchas bajas, cruzar el istmo de Panamá. Muy pronto los españoles empedraron las antiguas rutas indígenas y se inició el traslado de mercaderías y de naves menores (por tierra) entre ambos océanos.  Seguir leyendo «MUERTE EN PANAMÁ: UN CANAL DE SANGRE»

¿EL FIN DE LOS ARHUACOS?

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

ArhuacosEl territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta, cercano a Aracataca, el lugar de nacimiento de Gabriel García Márquez, es un curioso y muy hermoso Parque Nacional colombiano en el que se combinan el Caribe con montañas de nieves eternas.

Ese privilegiado entorno fue por muchos siglos el hábitat de los tayronas, una tribu que dominaba el cultivo con el sistema de terrazas, además de un método avanzado de riego, junto con la construcción de caminos empedrados en las montañas y de viviendas circulares de madera y paja muy eficientes. También eran grandes orfebres, prolijos ceramistas, pulcros tejedores y muy buenos comerciantes. Recorrían toda la zona en sus canoas permutando sus cosechas y sus creaciones por piedras preciosas, principalmente esmeraldas, u otros objetos que otras tribus, menos desarrolladas que ellos, recolectaban o producían. También tenían su religión, que compartían con la mayoría de sus vecinos.

Si hiciéramos un escalafón de las sociedades americanas al momento de la llegada de los españoles, inmediatamente después de las tres culturas consideradas clásicas de América, las culturas Azteca, Inca y Maya, las sigue, en grado de desarrollo, la Tayrona. Seguir leyendo «¿EL FIN DE LOS ARHUACOS?»