Crónica de Fernando Lizama-Murphy
La historia del último siglo y medio de Chile recuerda a dos personajes con este nombre.

El primero de ellos fue el último toqui mapuche que dirigió la guerra contra el gobierno de Chile, episodio que este país bautizó con el inapropiado nombre de “Pacificación de la Araucanía”. Hacia 1861 y al mismo tiempo que los argentinos iniciaban la invasión de la pampa para tomar posesión de esos territorios, el gobierno chileno comenzó a hacer lo propio hacia el sur. Además del temor a que los vecinos ampliaran sus fronteras al oriente de Los Andes, llegando hasta el océano Pacífico, otros dos factores lo empujaron:
Primero, la necesidad de más tierras de cultivos para trigo, producto que se estaba exportando a una California ávida de alimentos, que vivía la fiebre del oro.
Segundo, la aparición en la zona de Orélie Antoine de Tounens, quien intentó crear un país mapuche, autoproclamándose Rey de la Araucanía y de la Patagonia, con el beneplácito del gobierno francés y de muchas tribus, que vieron en esta eventual alianza una forma de consolidar su dominio en los territorios ancestrales, cuya propiedad sentían amenazada.