Crónica de Fernando Lizama-Murphy
Desde la aparición de los aviones, la cordillera de Los Andes se convirtió en un desafío permanente para pilotos pioneros de Chile y Argentina. La cruzaron en varias oportunidades en ambos sentidos antes del 1° de Abril de 1921. Fue en esa fecha cuando la primera mujer, una francesa, realizó la hazaña.
Adrienne Bolland, mujer baja, de contextura delgada pero muy atractiva según muestran fotografías de la época, nació en Arcueil, en 1895 y desde niña se interesó por esta nueva forma de desplazarse. La aviación en esa época estaba reservada a hombres económicamente pudientes, dos condiciones que no cumplía mademoiselle Bolland, pero con ingenio y esfuerzo logró su propósito.
Obtuvo su acreditación como piloto en enero de 1920 y ese mismo año se incorporó a la Societé de Avions Caudron, una de las primeras industrias aeronáuticas de su país. En un avión de esta manufactura realizó sus máximas proezas. En agosto de 1920 se convirtió en la segunda mujer en cruzar el Canal de la Mancha, dirigiéndose poco después a Sudamérica para realizar exhibiciones como promotora de Caudron.Antes de viajar a este continente, René Caudron, el propietario de la empresa, le regaló un avión por haber conseguido realizar un looping de loop, prueba reservada solo para valientes.
En Buenos Aires efectuó varios vuelos antes de que le hablaran del desafío que representaba el cruce del macizo andino. Como no se amilanaba ante nada, se dirigió a Mendoza junto a su mecánico, monsieur Duperrier, y enfrentó la montaña en su pequeño biplano de 80 HP, con el que alcanzó los 4.200 metros de altura en una travesía que demoró 3 horas y 15 minutos. Por equipaje solo portaba un cuchillo, tres cebollas y un pan candeal. Aterrizó en Santiago, en la base aérea de El Bosque, escoltada por un grupo de aviones chilenos. Ahí la esperaba una multitud para ovacionarla. Luego recibió todos los homenajes que las autoridades locales le pudieron hacer. Lo curioso es que el embajador francés nunca apareció, pues creyó que todo se trataba de una broma. En su concepto, una mujer no podía realizar una hazaña como esa.
Cuando a Adrienne le preguntaron por su equipaje, ingenuamente explicó que el puñal era para defenderse de los leones y de la aves de rapiña, si es que caía en la cordillera. En cuanto a las cebollas, alguien le dijo que eran buenas para la puna.
Antes de abandonar el país para continuar con su gira de promoción regaló el avión, que siguió volando por un tiempo hasta que se destruyó en un aterrizaje forzoso.
Se casó en Francia, en 1930, participó en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial y falleció en París el 18 de marzo de 1975. Sus restos descansan en el cementerio de Donnery.
Fernando Lizama-Murphy
Noviembre 2016