FLACH, EL PRIMER SUBMARINO CHILENO

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

Submarino FlachMuchos fueron los aspectos negativos del bombardeo a Valparaíso durante la guerra que Chile y Perú libraron contra España entre 1864 y 1866. Podemos citar, por nombrar algunos, la destrucción de las incipientes instalaciones portuarias y la incómoda sensación de inseguridad que dejó en la población. Pero también tuvo consecuencias positivas: la principal, una ola de inventos que se presentaron a la autoridad para defender al puerto de nuevos ataques.

Aparecieron ideas para construir torpedos, brulotes, bombas sumergidas y otros artilugios, pero sólo satisfizo las inquietudes de los gobernantes el submarino del ingeniero alemán avecindado en Valparaíso Karl Flach, quien ya había fabricado con éxito cañones de retrocarga muy avanzados para su época.

La idea de una embarcación submarina nace casi junto con la navegación. Pero los primeros proyectos concretos se remontan al 1600 cuando Jerónimo Ayanz y Beaumont, prolífico inventor español, construyó una campana de sumersión para ingresar en una mina inundada y diseñó un navío, que nunca se construyó, que podía navegar sumergido. En lo que respecta a artefactos sumergibles movidos por energía humana, los siglos XVIII y XIX resultaron especialmente prolíficos. Algunos relevantes fueron el Turtle, utilizado en Estados Unidos en 1776, durante la guerra de la Independencia; en Francia Robert Fulton experimentó con el Nautilus en 1800 y, en 1860, Cosme García Sáez, en España, construyó el Garcibuzo.

En América Latina, la primera nave de la que se tienen antecedentes fue el Hipopótamo, diseñado y construido en Ecuador por José Rodríguez Lavandera. Con este submarino cruzó el río Guayas en tres oportunidades, la primera, el 18 de septiembre de 1838. El invento fue desechado por falta de interés del gobierno y de financiamiento.

En Chile no se tienen antecedentes de experimentos previos, hasta que aparece el de Flach, cuyos únicos planos se encontraron en los Archivos Nacionales del Reino Unido.

Fue construido en fierro, con una eslora de 40 pies (12,5 m), una manga de 8 pies (2,5 m), y un peso aproximado de 100 toneladas. Se desplazaba mediante tracción humana, con un sistema de poleas, cigüeñales y pedales que movían dos hélices, pudiendo alcanzar una velocidad máxima de tres nudos. Para sumergirse y regresar a la superficie, utilizaba un ingenioso sistema de contrapesos. Diseñado como arma, disponía de un cañón de retrocarga en proa y un pequeño cañón en la torreta. Flach le instaló un novedoso sistema de renovación del aire, lo que le permitía permanecer ocho horas bajo el agua y hasta catorce, dependiendo de la cantidad de tripulantes.

Se construyó en la playa Las Torpederas y la primera prueba de sumersión, en abril de 1866, se llevó a cabo en la bahía de Valparaíso, con dos personas a bordo. Descendió a una profundidad de 8 metros, permaneciendo una hora bajo el agua en medio de la expectación de quienes presenciaron el acontecimiento.

En los días siguientes el inventor hizo varias inmersiones exitosas, todas con previo aviso a la Gobernación Marítima, encargada de supervisar el proyecto. El alemán invitó a varias personalidades a compartir la experiencia de navegar bajo el mar, pero, hasta donde se sabe, ninguno aceptó.

El día 2 de mayo de 1866, Flach conversó con el Comandante Galvarino Riveros y le aseguró que no realizaría nuevas pruebas en los próximos días, porque se encontraba afectado de un fuerte resfrío. Se desconocen las causas, pero el inventor cambió de opinión y decidió sumergirse el 3 de mayo, sin avisar a la autoridad marítima. Tampoco aceptó que le ataran una boya que permitiera conocer el derrotero de la nave. Porque una de las limitaciones del Flach era la carencia de periscopio, lo que obligaba a salir a la superficie cada cierto tiempo para saber si conservaba la ruta correcta.

Durante esa jornada, el submarino realizó dos zambullidas sin novedad. La alegría y la confianza eran tan evidentes en su creador, que invitó a sus dos hijos mayores a embarcar para una tercera inmersión. Inicialmente la esposa de Flach se opuso, pero terminó cediendo en parte y aceptó que su hijo, de dieciséis años, participara de la aventura. La hija permaneció en  tierra. Junto a ellos se sumergieron otras nueve personas: los chilenos Francisco Rodríguez y Adolfo Pulgar, dos franceses y cinco alemanes.

Resulta curioso leer cómo la prensa de la época informó el comienzo de la tragedia:

A las tres de la tarde no se ha visto todavía salir al bote submarino. Como a las nueve fue la hora en que empezó su navegación. Varias veces salió a flote y volvió a bajar. La última sumersión se hizo cerca del fondeadero de los vapores. Uno de los prácticos que andaba en un bote se aburrió de esperarlo y se vino a tierra. Diez hombres andan a bordo del bote submarino.

Todo Valparaíso se volcó al puerto para conocer en directo lo que ocurría con el invento que los cautivaba durante el último tiempo. La expectación era máxima.

Al día siguiente, El Mercurio, que desde un comienzo se opuso al proyecto por considerarlo una pérdida de tiempo y dinero, diría:

Ya está perdida toda esperanza; aquellos desgraciados han perecido víctima de su arrojo y de su falta de previsión. El constructor de la embarcación es un padre de siete hijos, el mayor de los cuales tendría unos catorce años y lo acompañaba en su arriesgada empresa. Queda una viuda en el más absoluto desamparo. Esto es desgarrador.

El 6 de mayo un buzo logró ubicar al Flach a cincuenta metros de profundidad, enterrado de punta en el fango. Con la ayuda de otro buzo de la fragata inglesa Leander lo ataron con gruesas cadenas que portaba la embarcación extranjera y lo jalaron, pero fue inútil. El peso era demasiado y la cadena se cortó varias veces. El 12 de ese mes la Leander zarpó con rumbo al Callao y se abandonaron definitivamente todos los intentos por sacar al Flach de su tumba de lodo.

Entre 2006 y 2007 se inició un proyecto para ubicar al submarino y reflotarlo. Luego de dragar el sector donde los buzos del s. XIX lo encontraron, sus restos habrían aparecido y el Consejo de Monumentos Nacionales aceptó la intervención del fondo marino del puerto, declarado Monumento por la enorme cantidad de naufragios que cobija. Pero no se sabe más. Aún continúa desaparecido el Flach, guardando en su vientre a los primeros once mártires del submarinismo chileno.

 

©Fernando Lizama Murphy

Talca, marzo de 2015

2 comentarios en “FLACH, EL PRIMER SUBMARINO CHILENO

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