Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: es Pablo Neruda.
Pablo Picasso, parte del discurso pronunciado en Wroclaw, Polonia, el 25/08/48 durante el Congreso de Intelectuales por la Paz.
El exilio es una de las formas más crueles de castigar a una persona porque significa desarraigo, significa abandono, soledad. Sobre todo porque, la mayoría de las veces, es un castigo por pensar distinto a aquel que detenta el poder.
Pero no siempre el exilio es señal de expulsión violenta, también suele ser una decisión personal de aquel que no se siente cómodo o seguro en su lugar de residencia, o porque no está de acuerdo en la forma en que se están llevando las cosas, o porque siente que su vida y la de los suyos corren peligro y abandona su país buscando aquello que, siente, le es negado.
En el caso de Pablo Neruda, lo mismo que en muchas de las acciones de su vida, no existe claridad plena con respecto al aparente exilio, ni a sus causas. No se sabe con certeza qué empujó al poeta a abandonar Chile y buscar refugio en Europa y en México, aunque la versión más difundida es aquella que sostiene que debió huir del país para no caer a los campos de concentración que el gobierno de Gabriel González Videla creó para detener a los comunistas luego de la promulgación de la Ley 8987, la “Ley Maldita”.
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