EL EXILIO DE NERUDA

Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: es Pablo Neruda.

Pablo Picasso, parte del discurso pronunciado en Wroclaw, Polonia, el 25/08/48 durante el Congreso de Intelectuales por la Paz.

El exilio es una de las formas más crueles de castigar a una persona porque significa desarraigo, significa abandono, soledad. Sobre todo porque, la mayoría de las veces, es un castigo por pensar distinto a aquel que detenta el poder.

Pero no siempre el exilio es señal de expulsión violenta, también suele ser una decisión personal de aquel que no se siente cómodo o seguro en su lugar de residencia, o porque no está de acuerdo en la forma en que se están llevando las cosas, o porque siente que su vida y la de los suyos corren peligro y abandona su país buscando aquello que, siente, le es negado.

En el caso de Pablo Neruda, lo mismo que en muchas de las acciones de su vida, no existe claridad plena con respecto al aparente exilio, ni a sus causas. No se sabe con certeza qué empujó al poeta a abandonar Chile y buscar refugio en Europa y en México, aunque la versión más difundida es aquella que sostiene que debió huir del país para no caer a los campos de concentración que el gobierno de Gabriel González Videla creó para detener a los comunistas luego de la promulgación de la Ley 8987, la “Ley Maldita”.

Tal como lo anunciamos, la primera causa y que más habitualmente se menciona como argumento para que Neruda se ocultase y luego partiera rumbo al exilio, después de una épica travesía de los Andes, fue la dictación, durante el gobierno del Presidente Gabriel González Videla de la “Ley de Defensa Permanente de la Democracia” más conocida como “Ley Maldita”, que proscribió al Partido Comunista de Chile (PC).

Este mandato, promulgado en septiembre de 1948, tuvo su origen en las acusaciones de doble estándar en contra del PC, que, formando parte del gobierno de González Videla, apoyó levantamientos y huelgas tendientes a desestabilizarlo. Esta actitud ambigua, cuya manifestación más evidente fue el apoyo a los huelguistas del carbón en Lota en el año 1947, causó tanta molestia en el resto del conglomerado que en ese momento regía los destinos del país que incluso un sector de los socialistas, eternos aliados del PC, votaron a favor de su promulgación.

Leyó bien, parlamentarios socialistas votaron a favor de la “Ley Maldita”, o sea, a favor de proscribir el PC.

Si bien es cierto la medida afectó tangencialmente a Neruda como parlamentario perteneciente a esa colectividad política, su puesta en práctica ocurrió después de la que habría sido la causa fundamental que empujó su salida de Chile y cuando él ya marchaba rumbo al destierro.

Según el historiador Jaime González Colville, miembro de la Academia Chilena de la Historia, en su libro “Neruda y el Maule”, el exilio de Neruda nunca existió y las razones que lo llevaron a abandonar el país porque era perseguido por la policía, no tuvieron nada que ver con la “Ley Maldita”. Fue simplemente por el desacato a una orden judicial. La policía lo buscó para que compareciera ante el tribunal a tomar nota de una resolución que lo afectaba.

En noviembre de 1947 Neruda publicó en diarios de México y de Venezuela una acusación contra el Presidente Gabriel González Videla, culpándolo de entregar a los Estados Unidos secretos miliares, autorización para ocupar territorios y para el acceso de fuerzas militares yanquis a Chile.

Al conocer la noticia, el Presidente, furioso porque uno de sus aliados políticos lo acusase de algo que él, aseguraba, era totalmente falso, interpuso una querella por injurias y calumnias en contra del poeta, solicitando su desafuero para que pudiese ser juzgado sin la protección que le otorgaba el cargo de senador.

Luego de todo el proceso legal correspondiente, la Corte Suprema de Justicia resolvió dar a lugar al desafuero por el delito de calumnias, situación que obligaba a Neruda a presentarse ante el Juez Instructor para ser notificado. Mientras eso no ocurriera, el poeta no podía ser juzgado.

Pese a las reiteradas recomendaciones de su abogado, el socialista Carlos Vicuña Fuentes, Neruda se negó a concurrir y fue declarado en rebeldía, con la consiguiente instrucción a la policía para que procediera a su captura, como ocurriría con cualquier prófugo.

Según González Colville ésta y no otra fue la causa de la “persecución policial” a la que fue sometido el entonces senador. Todo lo demás, lo atribuye “a la gran comedia del poeta”, al afán de “dar aureola a su nombre. Y qué mejor que la de perseguido”.

Porque, por instrucciones de Arturo Alessandri, en ese momento Presidente del Senado, NUNCA se tomó una decisión sobre el desafuero y además Alessandri le otorgó un permiso especial para ausentarse del país, junto a un pasaporte, también especial, con el que podía ingresar a cualquier otra nación.

Es más, Neruda continuó percibiendo su dieta parlamentaria hasta que concluyó su período, dineros que cobraba con un poder que le dejó el senador Guillermo Guevara Vargas.

Afirma González Colville que Neruda incluso solicitó asilo político en México y que ese país se lo negó porque la democracia chilena funcionaba bien y no veían razones para otorgárselo.

Pues bien, la versión que nos entrega Volodia Teitelboim en su libro “Neruda” para el mismo episodio, es bastante distinta. Partamos diciendo que no aclara el porqué se dictó la orden de detención en contra del poeta, también afirma que sí fue desaforado, opuesto a lo que afirma González Colville, y después nos lleva por un alambicado derrotero en el que nos lo muestra ocultándose en oscuros departamentos o en residencias de agentes diplomáticos, para llegar a refugiarse en una parcela en Chena.

También nos cuenta de un fracasado intento para sacarlo por Valparaíso como polizón, para regresar a Santiago y desde ahí, con la ayuda de Jorge Bellet Bastías y en el automóvil del doctor Raúl Bulnes Cerda, vecino de Neruda en Isla Negra, ser trasladado hasta Graneros e iniciar un largo periplo en otro auto, con chófer, proporcionado por el PC, en el que viajó sin novedad hasta Valdivia.

Según Teitelboim, el vate se trasladaba con una cédula de identidad falsa, a nombre de Antonio Ruiz, ornitólogo.

Desde Valdivia se internó hacia la cordillera y luego de cruzar lagos y selvas, llegó al fundo maderero de don José Rodríguez, donde tuvo que aprender a cabalgar nuevamente, como en su niñez, porque después de tantos años de vida citadina lo había olvidado.

El paso por los bosques cordilleranos hasta la frontera con Argentina, Volodia lo describe así:

“Eran como túneles donde no existían los caminos y todo parecía inaccesible, pero había algo peor que la inexistencia de huellas y senderos: los jinetes tenían que abrirse paso por árboles que eran como murallas, por ríos al parecer infranqueables, por rocas cuya fisura debían encontrar, pues andaban buscando la libertad”…

Hasta que por fin llegaron a San Martín de Los Andes. Desde ahí el salto a Buenos Aires, Montevideo y luego Europa, a toda esa parafernalia que lo recibe como héroe en el Viejo Continente.

¿Y qué nos dice el propio Neruda, en su “Confieso que he vivido” respecto a este episodio de su vida?

Luego de una larga diatriba en contra de Gabriel González Videla, al que, entre otros epítetos, define como: “El judas chileno fue solo un aprendiz de tirano y en la escala de los saurios, no pasaría de ser un venenoso lagarto”.

Neruda describe su peregrinaje como un “cuerpo repartido” que tiene sus pies en una parte, sus riñones en otra y todo su organismo disperso. Nos dice que la gente le pedía que se quedase, aunque fuese unas horas, en sus casas, que se asiló tanto en hogares de campesinos como de médicos, en los de ingenieros como de mineros, en los de abogados como de obreros. También relata su frustrada fuga desde Valparaíso, esperando ansioso el momento de la partida en la trastienda de un negocio de calzados, desde donde observaba a la gente contemplar la vitrina.

Luego describe el viaje al sur en el auto del PC, conducido por un señor Escobar y la llegada a la maderera, donde lo esperaba Jorge Bellet, administrador del fundo. Desde ahí partirían a caballo hacia la Argentina. Pero aquí nos cuenta que Pepe Rodríguez, el dueño de la maderera, al que define como un reaccionario, íntimo amigo de González Videla, no sabía que su propiedad estaba convertida en refugio para un fugitivo y menos que ese fugitivo era el tan buscado Pablo Neruda. Termina narrando un encuentro bastante especial con el señor Rodríguez que, ya conocedor de su identidad, le da todas las facilidades para que concrete el cruce de la cordillera.

Y luego de una larga descripción de la travesía, llega a San Martín de Los Andes, desde donde inicia su exilio europeo de tres años, donde se hizo acreedor a todo tipo de homenajes, en los que se reunió con la élite cultural, donde recibió premios, fue agasajado en centenares de recepciones y desde donde promocionó el “Canto General”, considerada por él mismo como su obra máxima.

Regresó a Chile a mediados de 1952, luego de escribir a muchos amigos para que intercedieran por él, solicitando una amnistía. Le respondieron que no la requería, que nunca fue juzgado ni menos condenado, por lo que era un hombre libre que podía retornar al país en el momento que quisiese.

La prensa se esmeró en difundir la noticia y poco a poco se fue escribiendo y alimentando la leyenda de la vida de Neruda en el exilio y del tortuoso camino que debió recorrer para escapar de la persecución en Chile. Leyenda que él contribuyó a incrementar.

Desde la perspectiva actual, resulta difícil separar la verdad de esa leyenda.

Texto completo del discurso leído por Pablo Picasso en Wroclaw, Polonia, el 25 de agosto de 1948, durante el Congreso de Intelectuales por la Paz.

“Tengo un amigo que debería estar aquí, un amigo que es uno de los mejores hombres que haya conocido. No es solamente el más grande poeta de su país, Chile, sino también el más grande poeta de la lengua española y uno de los más grandes poetas del mundo: es Pablo Neruda.

Pablo Neruda, mi amigo, es no sólo un gran poeta, sino también un hombre que, como todos aquí, se ha dedicado a presentar el bien bajo la forma de lo bello. Ha tomado siempre el partido de los hombres desgraciados, de los que piden justicia y combaten por ella. Mi amigo Neruda está actualmente acorralado como un perro y nadie sabe ni siquiera dónde se encuentra.

Nuestro Congreso, a mi modo de ver, no debe aceptar una injusticia tal, que se vuelva en contra de nosotros todos. Si Pablo Neruda no recobrara su libertad, nuestro Congreso no sería un Congreso de hombres dignos de ser libres. Yo os propongo que se vote la resolución siguiente, a la cual daremos la mayor difusión:

El Congreso Mundial de Intelectuales, reunido en Wroclaw, envía al gran poeta Pablo Neruda la expresión de su apoyo, de su admiración, de su afecto, de su solidaridad. Los 500 miembros del Congreso, que representan a 46 naciones, denuncian a todos los pueblos la abyección de los métodos policiales de los gobiernos fascistas que se atreven a atacar a uno de los más eminentes representantes de la cultura. Exigen imperiosamente para Pablo Neruda el derecho a expresarse libremente y vivir libremente donde le plazca.

Seguramente Picasso no sabía que en los años precedentes, 1946-47, el régimen comunista polaco, dirigido desde la URSS, había casi exterminado a la oposición, entre ellos muchos intelectuales, acusando con cargos falsos y fusilando a los que se negaban a aceptar la sumisión y adulterando los resultados de las elecciones.

Fernando Lizama Murphy

Talca, julio de 2022

Neruda en 1952, regresando del exilio, recibido por Delia del Carril en el aeropuerto de Los Cerrillos.

Bibliografía relacionada:

Neruda Pablo. Confieso que he vivido. Memorias. Editorial Planeta, Tercera reimpresión (Chile). Febrero 1997.

Teitelboim Volodia: Neruda. Editorial Sudamericana, 2ª Edición. Diciembre 1996.

González Colville, Jaime, Neruda y el Maule. Resumen publicado en el diario “El Heraldo” de Linares el 04/05/2019. http://www.diarioelheraldo.cl/noticia/neruda-en-el-exilio (Consultado febrero 2021)

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