LA FATÍDICA COLONIZACIÓN ESCOCESA EN AMÉRICA

The Scots settlement in America called New Caledonia

Crónica de Fernando Lizama-Murphy

En septiembre de 1914 Escocia votó un referéndum para independizarse del Reino Unido. Si bien es cierto la opción separatista fue derrotada en las urnas, no en menos cierto que más de un 40% de la población votó por NO continuar a la sombra de sus vecinos.

Recordemos que este país de 80.000 km2, ubicado en la parte norte de Inglaterra y habitado por poco más de cinco millones de habitantes, fue independiente hasta 1707. Recordemos también que no perdió su independencia en alguna guerra. La perdió por un proyecto fracasado. Aquí la historia de ese proyecto…

Por estas cosas de matrimonios por conveniencia y alianzas estratégicas, Guillermo III, Rey de Inglaterra, era al mismo tiempo Rey de Escocia, con el título de Guillermo II. Corría el siglo XVII y pese a que ambas naciones eran gobernadas por sus propios parlamentos, compartían un mismo monarca.

El problema más serio de Escocia era que la riqueza que generaba resultaba insuficiente para sobrevivir. Un problema que no era sólo de ellos, sino de todos los países europeos, pero los más grandes se las arreglaban con sus colonias de ultramar, que proveían lo suficiente para paliar déficit y mantener los altos costos que significaba una realeza ociosa.

La situación se agudizaba para los escoceses por problemas endémicos en su agricultura, que tampoco alcanzaba para dar de comer a todas las bocas. El hambre se enseñoreaba y las ansias de emigrar hacia tierras prometidas latían en el corazón de casi toda la población, especialmente en el de los más jóvenes.

William Paterson, un acaudalado ciudadano escocés que había hecho su fortuna como banquero en Holanda, creyó encontrar la solución al problema y contribuyó a crear, primero, el Banco de Escocia, y luego la Compañía Escocesa para el Comercio con Asia y las Indias.

Para esta sociedad se suscribió un capital de £ 400.000, equivalente a más de un tercio de la riqueza del país, y se decidió poner a la venta acciones en Inglaterra, Alemania y Holanda. Pero el gobierno inglés, presionado por la todopoderosa Compañía de la Indias Occidentales, que querían mantener el monopolio del comercio con Oriente, les puso todo tipo de obstáculos para que pudiesen concretar esta venta. Al final, para darle forma al proyecto, el total del capital debieron suscribirlo, sin ayuda, los escoceses.

El gobierno central, los municipios, los comerciantes, los particulares, desde el más rico al más pobre, todos vaciaron sus alcancías para completar esa suma, enorme para la época, pero en la que cifraban la supervivencia de la propia patria.

Para llevar adelante su plan, Escocia necesitaba establecer una colonia en ultramar, pero el mundo ya estaba repartido. La única posibilidad que Paterson vio, fue enquistarse entre los vastos territorios que los españoles tenían en América. Para ello eligió la región del Darién, en el istmo de Panamá.

La primera expedición, llevando a 1200 colonos en cinco naves, zarpó de Leith el 14 de Julio de 1698. Tres meses y medio después arribaban a una hermosa zona selvática, decididos a establecerse para poder vender prendas de lana, pipas de cerámica, biblias, calzados y otros productos. Pero los únicos habitantes del sector eran los indios kunas, que no necesitaban nada de lo que se les ofrecía.

Sin embargo, los kunas los trataron bien, pero no así el clima, con sus lluvias torrenciales y las altas temperaturas, que facilitaban la multiplicación hasta el infinito de insectos, cuyos estragos pronto hicieron su trágica aparición. Las epidemias de malaria, disentería y otras fiebres tropicales, se ensañaron con los colonos que vieron perplejos cómo mermaban sus huestes, a razón de hasta diez muertes al día.

Tampoco los españoles, que no olvidaban que en 1670 Henry Morgan había asolado la ciudad de Panamá, estaban dispuestos a permitir un enclave de personas provenientes de un país que poco antes era su enemigo.

Pese a que en una escaramuza que se recuerda como la batalla de Tubacanti, los colonos obtuvieron una efímera victoria, los ibéricos finalmente los expulsaron del territorio. Al momento de su partida, los escoceses solo dejaron un enorme cementerio y solo a ocho enfermos, que estaban imposibilitados de viajar.

El destino de los 200 sobrevivientes no está muy claro. Algunos aseveran que regresaron a su patria. Otros, en cambio dicen que viajaron a Nueva Inglaterra, en América del Norte.

Lo más dramático es que a Escocia la noticia del fracaso llegó cuando ya una segunda expedición viajaba rumbo a Darién. Hablamos de otras 1300 personas que, en su mayoría, cargaban la condena a muerte.

Al llegar, estos nuevos colonos pensaban que estaban viviendo una pesadilla.  La decepción fue enorme. Esperaban encontrar algo construido, algún refugio, pero solo encontraron tumbas y abandono. Lo único que sobrevivía, y en parte, era el Fuerte de San Andrés, que se empeñaron en reconstruir y que les sirvió para defenderse, por un tiempo, del ejército de 500 hombres que España envió para recuperar ese territorio. Pronto las epidemias, los insectos y los españoles, dieron cuenta de ellos.

Si bien por razones climáticas lo tenían medio abandonado, este inhóspito sector era importante para los ibéricos porque cerca se emplazaban Portobello y Cartagena de Indias, los puertos desde donde se embarcaban los tesoros provenientes del Perú y de todas las colonias del Pacífico, hacia el Viejo Continente.

Desesperados, hambrientos y enfermos, los sobrevivientes buscaron refugio en Jamaica, colonia inglesa cercana, pero el gobierno de Albión había instruido a sus súbditos de negarle cualquier ayuda a los escoceses. Ni siquiera agua fresca. Pese a eso, algunos lograron establecerse en esa isla. Otros viajaron a Nueva Inglaterra y algunos lograron ser aceptados por los españoles. Fueron muy pocos los que regresaron a Escocia.

Nueva Caledonia se transformó en una pesadilla que costó la vida a más de 2.000 personas y que dejó un forado en las finanzas del gobierno escocés tan grande que se vieron obligados a entregarse a los ingleses a cambio de una suma parecida a la que invirtieron en la aventura.

En 1707 su parlamento autónomo fue eliminado y los británicos del sur comenzaron a gobernar por completo la isla. El sueño de William Wallace, el heroico luchador medieval, se deshacía por un gigantesco error de cálculo y financiero.

Antes de persuadir a los escoceses, William Paterson, el autor de la idea de la colonia en Darién, intentó convencer de las ventajas de su proyecto al gobierno inglés, luego a los holandeses y al Sacro Imperio Germano, pero como fracasó en todos esos intentos, se dirigió a Escocia, su patria.

Consecuente con su idea, participó en la segunda expedición. En la aventura perdió a su mujer y a su hijo. Regresó a Escocia completamente arruinado y se asegura que fue uno de los gestores para conseguir la fusión política de las dos naciones.

William Patterson, el intrépido banquero escocés que con su osadía condenó la libertad y la independencia de todos sus conciudadanos, falleció en Westminster, Inglaterra, el 22 de Enero de 1719.

Fernando Lizama-Murphy

Ilustración: The Scots settlement in America called New Caledonia. A.D. 1699. Lat. 8-30 North. According to an original draught by H. Moll G. 1729. Map of the Bay of New Caledonia in Darién, Panama.

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